martes, 31 de enero de 2017

Hazlo por mí

Hazlo por mí
He estado a punto de utilizar esa frase sin pensarlo siquiera. Qué equivocada estaba.
Hazlo por mí significa crear una cárcel. Imponer una conducta. Siempre, a partir de ese momento, serás dueño de ese fragmento de la vida del otro y por lo tanto, cargarás con las consecuencias.
Las decisiones han de ser libres y propias porque así jamás podrán ser erróneas, porque así, pase el tiempo que pase, aunque las acabes rectificando, serán pasto de tu aprendizaje personal. Es bonito que hagan algo por ti porque así lo elijan, esperar que lo hagan solo por ti es de tiranos.

viernes, 14 de junio de 2013

Un mundo sin miedo

Me encantaría escaparme. 
Lejos, más lejos de lo que nadie haya imaginado nunca. 
En la mochila me llevaría a toda la gente que amo. 
Llegaríamos a una tierra desconocida en la que no existiera el dolor. 
Nadie pensaría mal de nadie. No existirían palabras como celos, envidia, sufrimiento, soledad, desilusión. 
Esas palabras no tendrían sentido allí así que nadie las habría creado. 
Sólo nos amaríamos entre nosotros. Apreciaríamos cada pequeño gesto de nuestro vecino. 
Cada pequeña cosa que nos ofreciera. Porque sabríamos que es sincera. Jamás podríamos hacernos daño. Simplemente amor. VIVIRÍAMOS. Sintiendo cada cosa como real. Cada palabra, gesto, acción sería real. No estaría empañada por nuestros miedos internos. Nuestras corazas.
Dejaríamos de estar, por fin, en un mundo podrido. 
A veces... en este mundo en el que estamos... sentir que das todo de ti...
hacer las cosas con amor, sinceras desde el corazón...
parece que realmente caen en un pozo vacío...
y realmente hacen que ese pozo oscuro
vaya creciendo en tu interior.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Hielo

Alargar la mano, tocando aquello que anhelabas. Tus sueños, tus ansias, delante tuyo. Sientes el tacto, oyes, hueles, lo sientes, lo tienes. Flotas en medio de la nada en la que estabas desde hacía tiempo, pero ha cambiado el color. La textura. Se ha tornado a verde. Un verde oscuro, pero muy tuyo. Motitas de polvo que se levantan brillan como estrellas al reflejar los pequeños rayos de sol que entran. Todo sigue igual, pero algo ha cambiado. Ha cambiado, por supuesto. Lo tienes entre los dedos. No olvidas que sigues en la nada, desde luego. Pero es una nada mucho menos sombría. Porque lo respiras, te alimentas de ese sueño. Un nuevo cordón umbilical que te acerca a una nueva vida. Sigues flotando en la nada, pero durante milésimas de segundo al día, no importa dónde te encuentras. Da igual estar a la deriva. Porque has encontrado ese filón. Un filón que es capaz de dar calor, de dar luz. Que es capaz, quizás no de derretir todo el hielo del interior, pero sí de dejarlo profundamente enterrado. Enterrado bajo varias capas de tierra. E incluso deja de importarte que ese hielo se encuentre ahí adormeciendo tus miembros, porque de esa nueva tierra se respira vida. 

Pero a ratos... a ratos... se me escapa esa luz de las manos... y pese a todo el esfuerzo que cuesta enterrar el hielo, conectarme a ese cordón, respirar, tocar, implicarme realmente con la realidad... el hielo es capaz de resurgir en un solo segundo arruinando lo que encuentra a su paso. Ese sueño deja de ser realidad... se difumina... y simplemente, parece que fuera un sueño... que no tuviera derecho a tocarlo y a vivir en él...

sábado, 18 de agosto de 2012

El tiempo lo cura todo...

No puedo más. 

Esa es la frase que me llevo repitiendo semanas, como un mantra. Y sin embargo, sin quererlo, han pasado esas semanas. 

Tomo aire. Lo suelto despacio, con los ojos cerrados. Pero sigue esa presión en el pecho. 

Paso horas en la cama, mirando el techo. Paso horas en la playa, mirando el mar venir e irse. Paso horas delante del ordenador. He ido a tomar algo y a intentar sonreír. Pero es igual. Los brazos siguen pesando, cuesta no tener la cabeza gacha y el pecho sigue doliendo. 

El tiempo lo cura todo. Y sé que es cierto. No es la primera vez. Pero precisamente esta vez a diferencia de las demás, me da miedo que el tiempo pase. Si cada vez pasa más tiempo, más lejos estarán de mí algunos recuerdos. Cada hora que pasa, cada día, cada semana, hacen que haya menos opción de volver a revivirlos.

El tiempo lo cura todo... pero qué lástima...

Tomo aire... lo suelto despacio...

jueves, 9 de agosto de 2012

Cuatripolaridad

Siempre he sido muy bipolar. Siempre. No sé.. quizás es una enfermedad y debería hacérmelo mirar... Pero sí, soy bipolar. De hecho, creo que la mayoría de la gente lo es. Diría más, creo que la mayoría de la gente es cuatripolar. Porque tengo la mentalidad bipolar, pero también tengo los sentimientos bipolares. Así que llegamos a cuatripolar. Y a partir de aquí empezamos. 

Soy cuatripolar. Y sinceramente, es un coñazo. Porque para llevar a cabo alguna acción, algún movimiento en mi vida, tiene que haber algun acuerdo entre alguna de esas partes. Si cada una va a su bola, mal vamos. Y si quedan dos a dos, pues sigo sin actuar. 

La mente está claro que es racional. Lo racionaliza todo, no hay sentimientos de por medio. Pero igualmente, de forma racional siempre hay un lado racional positivo y uno negativo (al menos a mí me pasa...). En cada situación posible, mi mente siempre analiza las cosas desde un punto de vista que me puede llevar a pensar a un resultado más positivo y otra distinta que lo que hace es sacar el lado negativo de las cosas. Sin sentimientos, ya lo he dicho. Simplemente se encarga de esa parte más oscura que puede tener cualquier situación. 

Los sentimientos... ay, los sentimientos. Esos que van completamente a su aire aunque la mente esté diciendo... ¡¡pero despertad de una vez y espavilad!! Nada. No atienden a razones ni argumentos. Pero es que incluso hablando únicamente de sentimientos... siempre hay dos lados. Por un lado un sentimiento "puro" por así decirlo. Un sentimiento que siente lo bueno de las situaciones. Que se regozija con un simple rayo de luz en una tormenta. Un lado que aunque estés discutiendo a voz viva, se pone contento porque justo en ese momento te ha rozado la mano sin querer (sí... ya he dicho que no atiende a razones...). Pero claro, también está el otro lado de los sentimientos "el lado oscuro". Un lado que hace que aunque las cosas vayan geniales en tu vida, que veas mariposas y arcoiris everywhere, no sabes por qué pero tienes un huequecito para los miedos y las historias raras. 

Así que aquí estamos con esos cuatro cajoncitos que llevamos dentro. Quizás hay épocas de más calma en la vida, en los que los lados positivos (mental y sentimental) están pletóricos y la presión de los negativos no es tan grande, así que se vive bien con la cuatripolaridad. Y también, por supuesto, hay momentos en que se ve todo gris, estás malhumorado y los días te saben...directamente no saben a nada. Y quizás brillen un poquito los lados positivos, pero está claro que ganan los del lado oscuro... Y así vamos. Unas veces bien... otras mal... Pero los días en los que estás completamente inestable... los días en los que no sabes por dónde leches caminar... esos días cada uno de los cuatro cajoncitos quiere explotar con un sinfín de razonamientos y sentimientos que verdaderamente, no tengo ni pizca de ganas de sentir ni de razonar... esos días, me cabrean.

... esta es una entrada rara... siempre acostumbro a empezar con un tema, empiezo hablar y dejarlo cerradito al final. Este post no tiene nada que ver. No es racional. Ni sentimental. Aunque supongo que está cargado de ambos... 

Mierda de cuatripolaridad...

domingo, 17 de junio de 2012

Paisajes

Caminará despacio, cansada. Apartando con las manos las agujas de las ramas de abeto. Pisadas sobre la nieve dejarán sus pies en el pasado. Jirones de vaho expulsará su respiración hacia el futuro. Y apartando la última rama, llegará al claro.
Y caerá sobre sus rodillas.
Y lágrimas de sal desharán la nieve allí donde caigan.
Quien sabe si serán lágrimas de alegría o de tristeza.
Un paisaje en blanco...

Bajará atento, procurando no resbalar por la empinada pared. Pequeños rastros de sangre que ya no sentirá dejarán sus manos en el pasado. Pequeños guijarros que despertarán sus pies entre restos olvidados de nieve rodarán hacia el futuro. Y descendiendo el último trecho, llegará al claro.
Y caerá sobre sus rodillas.
Y lágrimas de sal regarán los pequeños brotes nacientes allí donde caigan.
Quién sabe si seran lágrimas de desilusión o de esperanza.
Un paisaje en verde...

Nadará sin tregua, aunque más lenta a ratos, recobrando la respiración y el control de su cuerpo. Creará pequeñas ondas, que irán creciendo en el pasado. A saltos, en un vuelo perfecto, surcarán las aguas las libélulas en su futuro. Y con el último esfuerzo, llegará al claro.
Y caerá sobre sus rodillas.
Y lágrimas de sal alimentarán el cauce del río.
Quién sabe si serán lágrimas de soledad o de amor.
Un paisaje en azul...

Subirá la ladera, sin que le importen ya las gotas de agua que le irán calando. Marcas en los charcos dejará en el pasado. Pequeñas hojas que revolotean como mariposas guiarán su futuro. Y tras la última colina, llegará al claro.
Y caerá sobre sus rodillas.
Y lágrimas de sal se posarán entre cabellos marrones que los árboles ya perdieron.
Quién sabe si seran lágrimas de añoranza o de ilusión.
Un paisaje en amarillo...

De aquello entre el pasado y el futuro...

Creo que alguna vez ya he hecho una reflexión sobre el pasado, el presente y el futuro. Hay una frase que dice “El pasado es historia, el futuro es un misterio y el presente un regalo, por eso se llama presente”. Me encanta. Creo que es de esas frases simples y maravillosas a la vez. Sin embargo, hay veces en las que se hace muy difícil llevarla a la práctica, creer realmente en ella.

Estos días están siendo demoledores... El pasado se ha convertido en una mochila demasiado pesada para mí ahora mismo. No puedo con ella. No puedo cargarla y avanzar a la vez. Sin embargo, no hago más que repasar todas las cosas que llevo dentro, una y otra vez. 

El futuro es una losa enorme en medio del camino. Una losa que veo frente a mí y cada paso que avanzo, ella avanza. No puedo llegar a ella, pero tampoco marchará sola. Ahí está, fría, inmóvil. 

Y tengo que caminar, no tengo más remedio. Y lo hago lo mejor que puedo. Lo hago con todas mis fuerzas. Dejándome cada día que pasa la piel en ello. Pero por muchos pasos que de, sigo ahí, con la mochila detrás y la losa delante. 

Ahora mismo mi pasado exige demasiado de mí, pesa demasiado, mi futuro está tapiado y mi presente...mi presente intenta combatir entre el pasado y el futuro.

sábado, 26 de mayo de 2012

De cebollas...

Hace muchísimo tiempo que no entro y muchísimo más que no escribo... me ha sorprendido incluso que esta página siguiera viva, intacta al paso del tiempo. Que los sentimientos que tenía en el momento de escribir estas divagaciones, al releerlas, siguieran latentes muy dentro de mí. Quizás ahora mismo demasiado dentro. Pero ahí siguen. Porque esta persona era yo. Porque esta persona sigo siendo yo.

Hasta hace poco tiempo si me hubiera tenido que describir me hubiera descrito como una gota. Una gota sería, sin duda. Una gota de esencia, de mí. Dentro de esa gota estaría todo lo que me definiría, todo mi ser. Una simple gota, que al tocarla, te transportara a todos lados sin mover los pies del suelo. 

Sin embargo anoche, mientras intentaba dormirme, pensé que soy una cebolla. Sí, he dicho una cebolla.... Una cebolla, con mil pieles por encima. Con una capa tras otra. Capas que me he ido poniendo yo misma. Una capa de miedo. Una capa de rencor. Una capa de envidia. Una capa de pena. Una capa de dudas. Capas.. y capas.. y capas...

Pero en lo más profundo de mí sé que debajo de esas capas sigue estando esa gota. Sigue ahí esa esencia. 

Da miedo enfrentarse cara a cara con cada una de esas capas. No sirve con quitarlas y apartarlas. Hay que mirarlas. Hay que decir, sí, te reconozco, estás dentro de mí y vienes conmigo en mis pasos presentes. Pero ten por seguro que no estarás en mis futuros. Pero da miedo. Da miedo darse cuenta de las diferentes capas que llevas encima. Da mucho miedo mirarlas y decirles... eres mía. 

Pero... digo yo.. habrá que hacerlo...

sábado, 26 de febrero de 2011

Quién soy

Pasan las horas tan rápido... los días... que la mayoría de veces actuamos sin pensar. Sin reflexionar. Actuamos a través de conductas impuestas, a través de conductas nuestras, que llevamos repitiendo años, sin analizarlas, sin renovarlas...

Y en el momento en el que me encuentro... cuando tengo por delante diferentes caminos que podría recorrer... ahora quizás es momento de parar a reflexionar. Pero formulaba mal la pregunta. La pregunta no es ¿qué hacer ahora? sino... ¿quién soy yo? o en todo caso ¿quién quiero ser yo? ¿en qué me quiero convertir?

Soy... o quiero ser...

Una persona auténtica... que no piense una cosa y actúe haciendo otra distinta. Que siempre mis emociones y mis pensamientos vayan encaminados hacia un mismo sentido. Que si a mí lo que me llena es recibir el amor de los demás, sea consecuente y dé amor a los que me rodean. Que si tengo miedos, los haga frente. Que no me quede estancada por no atreverme a tomar decisiones por el simple hecho de no saber qué pasará más adelante. Que si alguna vez tengo que decidir en dar amor o en pensar en mí misma, siempre elija dar amor. Aunque eso suponga que por un tiempo me sienta indefensa, me sienta dolida. Porque tengo fe en las personas... y aunque en el momento presente no sean capaces de devolver ese amor, sé que alguna vez en sus vidas, aunque tenga que pasar mucho tiempo para ello, recordarán este momento y sentirán que fueron queridos... y entonces, ellos también darán amor.

Quiero ser una persona valiente. Una persona que aunque sepa de antemano que sus decisiones dolerán, las lleve adelante por el simple hecho de que sus emociones y su razón quieren seguir ese camino.

Quiero ser transparente... que lo que se vea de mí sea lo único que haya. Sin juegos, sin trampas, sin recovecos que se puedan aprovechar para guardar secretos. Con miedos, con inseguridades, pero todos a la vista, todos al aire... para que no puedan empozoñar nada dentro de mí.

Porque si todo esto fuera posible, si de verdad soy esta persona, la pregunta de ¿qué hago? que me crea tantas ansiedades, pierde su sentido.

Anabel... haz lo que sientas. Sin pensar en lo que pueda pasar después, sin pensar en nada más. Haz lo que sientas, porque eso es lo que eres. No puedes engañarte a ti misma intentando ser otra persona diferente.

Quizás en 2 segundos... en 5 minutos, en 1 día, en un mes... dejes de estar entre la gente que te rodea ahora mismo... y qué lástima que nadie pueda quererte entonces por la persona que eres.

domingo, 23 de enero de 2011

Caminos


Hay veces en las que los caminos se bifurcan. Veces en las que no sabes si es mejor sentarse a esperar o tomar alguno de los senderos. Pero si decides esperar, esos caminos cambiarán. Cambiará el paisaje; el cielo, la tierra, los frutos. Cambiarán las oportunidades de cada uno. No encontrarás a las mismas personas recorriéndolos. Y pese a que tú puedas sentir seguridad por estar en el mismo lugar, un lugar ya conocido, el estar allí no te aportará nada. No habrá avance. Y acabarás convertido en tierra yerma.

Así que decides avanzar. Pero qué camino tomar...

Uno de los caminos parece más seguro. Es el que lógicamente tomarías. Un camino por el que avanzar, cómodamente. Sin baches. Sin subidas ni bajadas. Sabes de antemano con qué personas podrás encontrarte. Ellas estarán allí para acompañarte durante algunos momentos. Conocerás las piedras y verás cientos de pisadas de personas que también lo han transitado. Te sientes seguro, sin grandes riesgos, continuarás caminando hasta el final.

El otro camino no lo elegiría la logica. Sin embargo, una parte muy primitiva de ti, muy esencial, quiere recorrerlo. Muy poca gente lo ha pisado. No sabes qué irás encontrando. No sabes si coincidirás con algo conocido o si solo sentirás miedo. Y aquí sí que hay baches... y subidas y bajadas. Y sabes que caerse aquí, puede implicar no volver a levantarse. Pero también sabes, que únicamente recorriendo ese camino, existe una pequeña posibilidad de llegar a la meta que deseas. De que, llegando a ese punto, ya no haga falta seguir caminando. Ya no haga falta encontrarse en más encrucijadas. Ya no haga falta caer. Que el final no sea caminar más buscando algo. Porque todo lo que podrías buscar, ya lo posees.

Así pues, ¿qué camino tomar?